viernes, 22 de mayo de 2009

Introduccion al protestantismo.


Protestantismo, una de las tres principales confesiones religiosas del cristianismo, junto a las representadas por la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa. El protestantismo empezó como un movimiento reformador de la Iglesia cristiana occidental en el siglo XVI, que daría lugar a la Reforma protestante que separó a las Iglesias reformadas de la Iglesia católica. El objetivo declarado por los reformadores pioneros era el de restaurar la fe cristiana como había sido en sus orígenes, manteniendo lo que ellos consideraban valioso de la tradición romana que se había desarrollado en los siglos intermedios. Las cuatro tradiciones protestantes principales que emergieron tras la Reforma fueron la luterana, la calvinista, la anabaptista y la anglicana. A pesar de las considerables diferencias que hay entre ellas en cuanto a prácticas y doctrina, coinciden en su rechazo a la autoridad del papa y en la importancia que se concede a la Biblia y a la fe individual. El término protestantismo se otorgó al movimiento después de la II Dieta de Spira (1529), que fue una asamblea imperial donde la mayoría católica retiró la tolerancia otorgada a los luteranos durante la primera, celebrada tres años antes. Seis príncipes luteranos y los dirigentes de 14 ciudades libres alemanas firmaron una protesta, es decir, manifestaron su disconformidad y se reafirmaron con ahínco en su fe, con lo que los luteranos pasaron a ser conocidos como protestantes. El término ha ido asociándose cada vez más a las iglesias que no son la católica, ni la ortodoxa ni otras iglesias de la tradición oriental. A principios de la década de 1990, en el mundo había 436 millones de protestantes (contando con los 73 millones de anglicanos), lo que suponía la cuarta parte de la cristiandad.

martes, 19 de mayo de 2009

Judaismo en E.E.U.U



El Judaismo en E.E.U.U La comunidad judía en Estados Unidos desciende de los judíos de Europa central (que emigraron a mediados del siglo XIX), de los judíos del este europeo (que llegaron entre 1881 y 1924) y de los refugiados y supervivientes del Holocausto. Las distintas formas que tiene el judaísmo en este país (reformado, conservador, ortodoxo) son producto de la adaptación de estos grupos de judíos inmigrantes a la vida en Estados Unidos y a su interacción entre sí. Institucionalmente, el judaísmo ha adoptado la misma fuerte estructura congregacional que tiene el cristianismo. A pesar de estar relacionados con movimientos nacionales, la mayoría de las congregaciones mantienen una considerable autonomía.

El Judaismo reformista.


El judaísmo reformista, que se inició en Alemania, fue el primer movimiento judío a la hora de autodefinirse. En Estados Unidos recibió la influencia del protestantismo liberal, y en especial de un movimiento llamado Evangelio Social. A partir de la década de 1940, y dada la existencia del baluarte del racionalismo religioso, el judaísmo reformista ha puesto un mayor énfasis en la identidad judía y en su cultura religiosa tradicional. Su orientación se ha mantenido liberal y con una autoridad única.

El Judaismo conservador.

El judaísmo conservador encarna el sentido de comunidad y de piedad popular de los judíos del este europeo más actuales. Respeta las leyes y prácticas judías tradicionales, a la vez que propone un acercamiento con una mayor flexibilidad y comprensión a la Halajá. El judaísmo reconstruccionista es partidario del naturalismo religioso, a la vez que enfatiza la identidad y cultura judía.

El Judaismo ortodoxo.

Más que un movimiento, el judaísmo ortodoxo es una amplia gama de grupos tradicionalistas que van desde la ortodoxia moderna, que trata de integrar las prácticas tradicionales con la vida moderna, hasta algunas sectas hasídicas que rechazan todo lo relacionado con el mundo moderno. La gran fuerza de la ortodoxia judía en Estados Unidos se debe a la migración masiva de judíos tradicionalistas y hasídicos, supervivientes del Holocausto.

martes, 12 de mayo de 2009

Judaismo medieval


La hegemonía de los rabinos de todas las juderías, incluyendo todas aquellas que estaban surgiendo en el Mediterráneo y en otras zonas de Europa como consecuencia de la diáspora, fue un proceso gradual que tuvo que sobreponerse a los duros desafíos que significaron los caraítas, además de otros movimientos antirrabínicos. La conquista del Oriente Próximo por las tropas musulmanas en el siglo VII facilitó la divulgación de un judaísmo rabínico más uniforme. Cerca de la sede de los califas Abasíes, en Bagdad, las principales academias rabínicas de Babilonia (dirigidas por los geonim; plural de gaón, ‘excelencia’) hicieron grandes esfuerzos para unificar las leyes, costumbres y liturgias judías de acuerdo con sus propias prácticas, que luego debían exponer y explicar en sus respuestas (responsa) ante las numerosísimas preguntas a que eran sometidos por las comunidades en la diáspora. Por eso, la hegemonía de las juderías pasó de Palestina a Babilonia, y el Talmud babilónico se convirtió en el documento rabínico de mayor autoridad.

Dentro del ámbito cultural del islam, el judaísmo rabínico mantuvo íntimos contactos con la filosofía griega, que fue recuperada e interpretada por comentaristas y estudiosos islámicos. Los sabios rabínicos comenzaron a cultivar la filosofía y a defender al judaísmo contra las polémicas creadas por los teólogos islámicos, demostrando así a los otros judíos la racionalidad de su fe y de sus leyes reveladas. La filosofía medieval judía estuvo enfocada principalmente a tratar temas relacionados con los atributos de Dios, milagros, profecías (revelación) y la racionalidad de los mandamientos. Las más notables interpretaciones filosóficas del judaísmo fueron realizadas durante el siglo IX por el gaón Saadia ben Josef, y durante el siglo XII por Judá Ha-Levi, y especialmente por Maimónides (Guía de perplejos, c. 1190). El hecho de haber estado en contacto con una lógica sistemática afectó también a los estudios legales dentro del mundo musulmán. Esto se demuestra en las numerosas codificaciones postalmúdicas de las leyes judías, la más notable de las cuales fue la Mishné Torá de Maimónides.

El judaísmo medieval se desarrolló a partir de dos culturas de gran notoriedad: la sefardí (centrada en la península Ibérica) y la asquenazí (en los territorios del Sacro Imperio Romano). Las actividades de los sefardíes se enfocaron principalmente a la filosofía y al sistema de codificación legal sin olvidar las ciencias o la poesía. Opuestamente a esto, los asquenazíes se dedicaron al intenso estudio del Talmud babilónico. La gran escuela para el estudio del Talmud, en estos territorios, comenzó sus actividades en el siglo XI, bajo la dirección del estudioso Salomón ben Isaac (Rashí) de Troyes, y continuó dirigido por sus nietos y estudiantes, conocidos como tosafistas, quienes crearon la literatura de tosafot (‘adiciones’ a los comentarios que Rashí hizo del Talmud).

A través de todo el periodo medieval, el judaísmo se vio constantemente revitalizado por movimientos místicos, éticos y piadosos. Dentro de estos grupos, el más importante fue el de los hasidim alemanes del siglo XII y el de los españoles del siglo XIII, creadores de la Cábala, cuya obra de mayor importancia fue el Sefer ha-zohar (Libro del Esplendor), escrito por Moisés de León.

La Cábala es una teosofía esotérica que contiene elementos del gnosticismo y del neoplatonismo; describe la naturaleza dinámica de la divinidad y ofrece una valiosa interpretación simbólica de la Torá y de los mandamientos. Comenzó en círculos reducidos y muy exclusivos de estudiosos, pero adquirió gran popularidad después de la expulsión de los judíos de España por parte de los Reyes Católicos en 1492. La divulgación de la Cábala se vio facilitada por la interpretación mítico-mesiánica que de ella hizo Isaac ben Solomon Luria. La Cábala luriana (o luriánica) explicaba a los judíos exiliados el significado cósmico de su sufrimiento y les otorgaba un importante papel en el drama cósmico de la redención. Las ideas de Luria prepararon el camino para una fuerte sacudida mesiánica, que se centró alrededor de la figura de Shabtai Tzví, quien influyó notablemente en todas las juderías del siglo XVII. También influyeron sobre el hasidismo, popular movimiento revitalizador polaco del siglo XVIII.

Iniciado por Baal Shem Tov, el hasidismo proclamaba que, a través de una entusiasta y ferviente devoción, los judíos pobres e incultos podían servir a Dios mejor incluso que los talmudistas. La fuerte oposición que los rabinos dirigieron en contra de los seguidores del hasidismo quedó mitigada más tarde, ya que ambos grupos tuvieron que enfrentarse a un desafío mucho mayor: la aparición en Europa occidental de la Ilustración, y los diversos movimientos de modernización que se generaron dentro del judaísmo.

viernes, 8 de mayo de 2009

los macabeos y el periodo romano, el desarrollo del judaismo rabinico


Los macabeos y el periodo romano. La llegada de la cultura griega a Oriente Próximo, que comenzó con la conquista de Alejandro Magno en el 331 a.C., hizo que la cultura originaria de la zona se pusiera a la defensiva. La revuelta de los Macabeos (165-142 a.C.), que comenzó como una guerra civil entre judíos helenizados y no helenizados, concluyó en una guerra que logró la independencia política para el pueblo de Judá de los sirios; este desorden cultural y político tuvo un fuerte impacto en la religión. Durante este periodo se compusieron los primeros escritos apocalípticos; este género de revelaciones crípticas interpretaban la guerra de aquel entonces como parte del conflicto cósmico entre las fuerzas del bien y las del mal, que acabarían con la victoria de las legiones de Dios. A todos los judíos que habían llevado una vida honorable y que habían muerto en combate, les estaba prometida la resurrección del cuerpo el día que Dios celebrara el Juicio Final. En el judaísmo primitivo, la inmortalidad consistía únicamente en la supervivencia de algunos niños y personas en particular, en una oscura vida posterior en el bajo mundo, localizada físicamente debajo del actual, el sheol. A pesar de que con las victorias de los Macabeos se inauguraron los 80 años de independencia política del pueblo de Judá, siguió habiendo desórdenes religiosos. Los miembros de la familia sacerdotal de los Asmoneos, quienes habían liderado la revuelta, se autoproclamaron reyes hereditarios y sumos sacerdotes, a pesar de no pertenecer al alto linaje de los antiguos sumos sacerdotes. Esto, unido a la vida ostentosa que llevaban, propia de la monarquía helenística, provocó una furiosa oposición de grupos como el de la comunidad de Qumran, que nos han llegado gracias a los Manuscritos del Mar Muerto. Liderados por sacerdotes disidentes, esta secta estaba convencida de que el templo de Jerusalén había sido profanado por los Asmoneos, y se vieron a sí mismos como un templo purificado y aislado en el desierto. El grupo de Qumran probablemente pueda ser identificado con los esenios, que ya aparecen descritos por el historiador judío Flavio Josefo y por otros escritores de la época. Josefo también describió otros dos grupos, los saduceos y los fariseos, ampliamente mencionados en el Nuevo Testamento, si bien no se ha encontrado información de primera mano acerca de ellos. Los fariseos (perushim, ‘separatistas’), al igual que el grupo de Qumran, impusieron sus propias tradiciones sobre las leyes bíblicas, en constante litigio con los saduceos, grupo aristocrático de la clase sacerdotal. Después del 70 d.C., los fariseos fueron los precursores del movimiento rabínico. Todas las facciones religiosas de aquel periodo, particularmente aquellas que se oponían a la administración del Templo, hacían especial hincapié en reconocer la autoridad de las Escrituras, a la que, por supuesto, cada grupo dio su propia interpretación. El fervor mesiánico y apocalíptico aumentó al acabar la independencia política del pueblo de Judá. Este hecho político fue consecuencia de la invasión de las legiones romanas a mediados del siglo I a.C. El fervor llegó a su punto más alto con el estallido de una fallida revuelta en contra de los romanos entre los años 66 y 70 d.C.



El desarrollo del judaismo rabinico.

La destrucción del segundo Templo a manos de los romanos en el 70 d.C. y la represión de una segunda revuelta mesiánica entre el 132 y el 135, liderada por Barcokebas, supusieron unas verdaderas catástrofes para el judaísmo, de no menor magnitud que la de la destrucción del primer Templo en el 586 a.C. El liderazgo de los sacerdotes recibió un duro golpe. En este contexto histórico-social surgió el movimiento rabínico. Dado que el pueblo judío había perdido el control de su destino político, los rabinos pusieron un especial énfasis en el estilo de vida como grupo espiritual. Predicaban que si diariamente se actuaba conforme a la Torá, tal como lo indicaban las tradiciones rabínicas, por medio del estudio, la oración y la observancia, los judíos podrían lograr la salvación, mientras esperaban que Dios trajera la redención mesiánica para todo Israel. Algunos rabinos sostenían que si todos los judíos actuaban conforme a la Torá, el Mesías se vería obligado a venir. Institucionalmente, la sinagoga (que ha existido desde antes del 70 a.C.) y la casa de estudio rabínicos reemplazaron el templo destruido.